viernes, 24 de agosto de 2012

Inestabilidad

La tierra tiembla y hace que se desestabilice nuestro paso.
O tal vez seamos nosotros los que temblamos y proyectamos nuestro temblor hacia afuera.
Pasamos de ser sospechosos de vivir, de avanzar, a sospechar, a dudar de los demás si no siguen nuestros pasos, (o eso es lo que pensamos).
La inestabilidad hace que se perturbe nuestro centro de gravedad.
Cuando uno confía en sí mismo y en quienes lo rodean, puede ponerse al mundo por montera.
Pero cuando aparece la duda, se asoma la desconfianza como un mal bicho que puede comerte por dentro.
No se trata de depositar una confianza ciega en nadie, ni tan siquiera en el futuro ni en el mundo.
Pero tampoco puedes avanzar a ciegas, ni dudando a cada paso dónde poner el pie.
Todos somos sospechosos, cualquiera puede cometer un error, o muchos, pero no podemos convertirnos en policias de nosotros mismos, de nuestros amigos.
Encontrar el propio punto de gravedad y mantenerlo estable es un reto, pero sólo el que no confía en sí mismo desconfía de los demás, eso, o se cree tan superior que nadie más que él conoce el camino adecuado para llegar a la verdad.
Pedir paciencia es ciertas situaciones sólo es una buena intención.
Es difícil situarse en el punto medio, ser neutral, pero sino,  ¿que opción escogerás?

jueves, 2 de agosto de 2012

Puertas cerradas

Buscando refugio en cualquier parte.
Huyendo de la lluvia, de la tormenta, de las palabras, de las ideas, de la violencia, del frio y el hambre.
Corriendo hacia ninguna parte, sólo buscando un techo bajo el que refugiarse.
No hay como sentirse protegido, resguardado, a salvo.
Como cuando en la cama, frente a los miedos nocturnos, nos tapamos la cabeza, como si así construyéramos un muro infranqueable donde nada puede pasarnos...así de frágiles y sencillas son a veces las necesidades.
Sentirnos arropados...eso buscamos.
Quien no encuentra esa sábana que le cubra la cabeza no puede tirar de la manta, porque eso es destaparse, descubrirse, quedarse sin resguardo, ponerse una diana.
Te imaginas huir sin destino, llamando a todas las puertas pidiendo asilo?
En los tiempos que corren, donde cualquiera parece ser una amenaza, cuando tantas veces está dentro de casa...
¿Quién se atreve a ofrecer refugio?
¿Quién no duda de quien llama a la puerta?
Sólo quien no tiene nada se puede permitir ese lujo.
Sólo quien no vive en esta sociedad incivilizada.
Ellos tienen sus puertas abiertas, también los países con necesidad de marketing, tu familia y tus amigos...
Aunque a veces, para quién necesita refugio, el plural es una expresión exagerada.