O tal vez seamos nosotros los que temblamos y proyectamos nuestro temblor hacia afuera.
Pasamos de ser sospechosos de vivir, de avanzar, a sospechar, a dudar de los demás si no siguen nuestros pasos, (o eso es lo que pensamos).
La inestabilidad hace que se perturbe nuestro centro de gravedad.
Cuando uno confía en sí mismo y en quienes lo rodean, puede ponerse al mundo por montera.Pero cuando aparece la duda, se asoma la desconfianza como un mal bicho que puede comerte por dentro.
No se trata de depositar una confianza ciega en nadie, ni tan siquiera en el futuro ni en el mundo.
Pero tampoco puedes avanzar a ciegas, ni dudando a cada paso dónde poner el pie.
Todos somos sospechosos, cualquiera puede cometer un error, o muchos, pero no podemos convertirnos en policias de nosotros mismos, de nuestros amigos.Encontrar el propio punto de gravedad y mantenerlo estable es un reto, pero sólo el que no confía en sí mismo desconfía de los demás, eso, o se cree tan superior que nadie más que él conoce el camino adecuado para llegar a la verdad.
Pedir paciencia es ciertas situaciones sólo es una buena intención.
Es difícil situarse en el punto medio, ser neutral, pero sino, ¿que opción escogerás?