Cuando tus redes no pescan nada en un mar de posibilidades.
Cuando hasta el viento fresco sientes que te ahoga.
Sigues siendo tú escondido en tus adentros.
A veces duele asomar la cabeza, porque supone romper con el confort de tus paredes interiores.Duele ver la pared que tienes enfrente, duele saber que eres tú o ella.
Duele abandonar el cálido refugio de la rutina indolente.
Cuando todo duele en el alma, no puedes escapar, no debes huir hacia ninguna parte.
Tú eres lo que tienes, al desnudo, traicionarte a tí mismo a cambio de un vestido es convertir tu vida en una tragicomedia de lo que pudiera haber sido.
No te engañes, una tapia se puede saltar, pero un muro te bloquea el paso.Mirar y descubrir que hay vida detrás del muro, aunque sólo sea porque tienes el muro desde otro lado, ya es un cambio.
Las opciones existen, sólo tienes que darte la vuelta, dar la espalda al muro y descubrir que todo está en tus manos, seguir mirando el muro o caminar y escuchar como caen los ladrillos a cada paso.
Aunque te creas sól@ siempre encontrarás compañeros en el camino, cuando lo haces avanzando.