viernes, 20 de abril de 2012

El muro

Cuando los horizontes se acortan y no ves más que lo que tienes delante.
Cuando tus redes no pescan nada en un mar de posibilidades.
Cuando hasta el viento fresco sientes que te ahoga.
Sigues siendo tú escondido en tus adentros.
A veces duele asomar la cabeza, porque supone romper con el confort de tus paredes interiores.
Duele ver  la pared que tienes enfrente, duele saber que eres tú o ella.
Duele abandonar el cálido refugio de la rutina indolente.
Cuando todo duele en el alma, no puedes escapar, no debes huir hacia ninguna parte.
Tú eres lo que tienes, al desnudo, traicionarte a tí mismo a cambio de un vestido es convertir tu vida en una tragicomedia de lo que pudiera haber sido.
No te engañes, una tapia se puede saltar, pero un muro te bloquea el paso.
Mirar y descubrir que hay vida detrás del muro, aunque sólo sea porque tienes el muro desde otro lado, ya es un cambio.
Las opciones existen, sólo tienes que darte la vuelta, dar la espalda al muro y descubrir que todo está en tus manos, seguir mirando el muro o caminar y escuchar como caen los ladrillos a cada paso.
Aunque te creas sól@ siempre encontrarás compañeros en el camino, cuando lo haces avanzando.





miércoles, 11 de abril de 2012

Peces muertos

Estoy aquí y ahora.
Más tarde no sé si estaré.
La vida es así, tiene esas malditas sorpresas.
No sé si es mejor conocer o desconocer el destino.
Dicen que nos diferenciamos de los animales, principalmente, en que nosotros sabemos que somos mortales.
También dicen que Dios decide nuestro destino y cuando llega nuestro fin, salvo en los suicidios, por eso son (o eran) excomulgados, porque se creían dioses al decidir su destino.
Las iglesias encumbran sin quererlo a un simple asesino en dios, en rector de destinos.
Que te excomulgen de una religión no quiere decir que tu alma esté condenada, sino que no encontrarás el perdón bajo sus alas.
Pasamos de lo terreno a lo divino con tal facilidad que empiezo a pensar que tal vez lo divino sea vivir y decidir y lo terreno dejarte llevar.
Decidir nuestro destino, a veces, es un acto de heroicidad.
Tal vez sólo nos quedamos en semidioses tras el pecado original.