Tenía tanto que decir respecto a tantas cosas que las palabras se me amontonaron y al final no pude decir nada.
Pensando en expresar la gran verdad lapidaria no sé por donde empezar.
Escucho hablar a gentes que dicen grandes palabras, todas muy bien enlazadas, pero al final, no sé de que me hablan.
Está bien utilizar extrañas palabras, colocarlas en su sitio...una pulcra redacción...pero si el que escucha no lo comprende, todo se queda en ruido de fondo.
Si no me queda claro el concepto sólo escucho diarrea verbal, perdón, verborrea.
Hay tanta gente que habla al vacío, lanzando consignas bien-sonantes, que creo que hacen sus discursos pensando en la canción del verano, para que el público pueda corear sus estribillos.
Pensando en transmitir una verdad común a muchos me doy cuenta de que las palabras no nos pueden enredar en una tela de araña, atrapados en los conceptos.Hay que resumir los principios y hacerlos comprensibles, la vida es una sola cosa, simple: vivo;
compleja: a pesar de todo, sigo viviendo.
Soy mi voz y su eco, no sé hasta dónde llega, no puedo cuantificar su progreso en otras mentes.
Concluyo: no existe la gran verdad lapidaria, por lo tanto seguiré diciendo lo que me de la gana.Es el privilegio de quien no espera nada.
Aquí dejo mis palabras para quién quiera escucharlas, para quién quiera interpretarlas.
En mi cabeza caben todos los colores |