lunes, 20 de febrero de 2012

Memoria replicante

Aprendemos sin querer, a veces a la fuerza, cosas que al instante olvidamos.
Aprendemos de quien nos enseña y de quien nos reprende.
Aprendemos de quien quiere confundirnos, de quien quiere que no sepamos.
Aprendemos sin que se den cuenta.
Todo entra en nuestro cerebro, en nuestra memoria siempre algo queda.
No sólo lo que nos interesa.
Tenemos guardados datos que ni siquiera nosotros sabíamos que estaban ahí, hasta que tenemos la necesidad de sacarlos.
También es verdad que la memoria a veces nos traiciona, se convierte en replicante, y de la misma manera que nos salen de la boca cosas que casi no sabíamos que pudiéramos pronunciar, otras veces se cierra en banda y no nos deja encontrar lo que necesitamos argumentar.
Aprendemos de lo que escuchamos, de lo que vemos.
Somos capaces de entrelazar datos, opiniones y sarcasmos.
Somos capaces de sacar nuestras propias conclusiones.
No sabemos adonde nos llevan, pero también aprendemos de la impotencia de no saber que hacer con ellas.
Aprendemos, sin que quieran, lo que queremos.
Podemos aprender a ser replicantes pero no queremos.
Los conceptos que nos transmiten acaban pasando por nuestra batidora.
Mezclados con la realidad se convierten en otra cosa.
Tenemos memoria del presente y del pasado.
Pero todo eso hay que moverlo, transformarlo o acabaremos siendo diccionarios humanos o lo que quieran que nos acabemos convirtiendo.
Somos capaces de aprender no sólo de lo que dicen, sino de lo que están haciendo.
¿Aprenderemos alguna vez a cambiar algo con todo lo que sabemos?

1 comentario:

  1. en el fondo es lo que somos, memoria....como nos recordamos, como otros nos recordaran, ojala sea por haber cambiado algo, aunque sea infinitesimal, quien sabe...quizas el efecto mariposa sea enorme...

    ResponderEliminar